CÓMO INICIARTE O INCURSIONAR EN LA COMEDIA – SANDRA HUERTAS

Si ya te picó el bichito, bienvenido(a) al berenjenal. Este es un buen lugar para construir tu redención. Espero sí, que no confundas “redención” con fama y dinero, porque la verdad es que aquí, de eso, no hay garantía. A lo que me refiero, es a un lapso de tiempo indeterminado, en el que logras expresar los rollos y “rayes” que llevas dentro: una redención en vida.

Me encanta dar la bienvenida porque, cuando yo entré, encontré algo de hostilidad y resistencia. Me decían: esto es difícil, ya eres mayor, tú no necesitas esto, blablablá. Sin embargo, nunca se es inepto para entrar. La comedia es una necesidad humana, no una propiedad exclusiva de un subgrupo social en un rango de edad con determinadas enfermedades mentales. De hecho, cuando se es diferente, ya se tiene un recurso. No se debe creer todo lo que se dice.

¿Se sufre? Sí. Es difícil no sufrir la comedia. Es golpearse contra el medio -y el miedo- y la inexperiencia, es tener ganas de seguir raspándose las rodillas. Es retadora, pero a la vez apasionante, como una persona fascinante y cruel.

¿Te mide? Sí. Después de mucho esfuerzo, puedes tener una noche de risas y creer que “la lograste”. Pero, a la siguiente, puedes caer al vacío sin risas, sin dignidad y sin compasión. El público es el juez, implacable y maravilloso a la vez, pero no es el responsable de tu éxito personal. En noches duras, asume tu responsabilidad y no te desquites con él. Recuerda que cada noche, en cada escenario, estás formando tu nombre profesional.   

Los “porteros” de la comedia. No faltarán los que te digan que “no tienes derecho” a estar aquí, ni a llamarte comediante. Ignóralos. Si estás dándolo todo, no importa qué tan principiante seas. Respeta el oficio, siéntete comediante y comprométete. Tu derecho a estar aquí, sólo lo mide el público.

Date crédito. Aquí empezar de ceros es imposible. Traes contigo tu historia de vida y una que otra habilidad que te puede servir, en el camino elegirás tu arsenal. Exígete, porque es importante, pero también date valor.  

No te dejes amilanar* ni por la familia, ni por las noches duras, ni por los “porteros”. Insiste, no estás solo. Muchas personas estarán felices de apoyarte, pero recuerda, le apuestan a tu compromiso. Si te incomoda esa palabra, tal vez lo tuyo no sea la comedia. Es probable que al principio sientas “no dar la talla”, pero, todos lo confirman, cada uno de nosotros empieza con rutinas que hoy nos avergüenzan. Las tallas en la comedia son infinitas y subjetivas. Hay gente antigua, gente hábil, gente disciplinada, gente carismática, pero gente, al fin y al cabo, no dioses (aunque nunca faltan los convencidos).

Aprovecha la experiencia de otros. Explora, mira documentales de comedia, pregunta, elige consejos, contrasta tus propuestas. Escucha y recibe, pero conserva tu esencia lo más intacta posible. Trata de no replicar a otros comediantes, haz tu propio camino e identifica tus metas. Aquí la carrera es contigo mismo. Nútrete de otras disciplinas: técnica vocal, ortografía, teatro, mercadeo, filosofía; todo sirve.

No te compares con nadie. Cuando estés en la comedia, honra tu camino. Comparte, pero no te compares. Hay gente arriba, adelante y detrás; tú, concéntrate y párate a probar tu material.

Probar tu material es subirte orgulloso de tu creación a un escenario, para comprobar si tu propuesta conecta y divierte o, por el contrario, crea silencio e incomodidad. Cuando se falla duele y es duro, pero también forma el carácter y ayuda a mejorar el material.

Disfruta y aprende. Crear tu propio material, te llenará de satisfacción y alivio, incluso en momentos de duelo. Pregunta por ahí: casi todo el mundo quería hacer algo disruptivo en su vida cuando entró a la comedia.

Vendrán días gloriosos y otros de lágrimas en los que tu ego recibe puñetazos, y tendrás la tentación de abandonar. Pero, si te quedas, vas por buen camino con la profesión.

Para empezar, consume comedia: hay producciones, comediantes, libros, cursos y talleres para que te acerques, conozcas, degustes, y, por último, te arriesgues. Cuando la produces aprendes a respetarla de verdad.

A la comedia no hay forma de quererla a la ligera. Así que, si aceptas amar a la comedia y respetarla en la riqueza y la pobreza, la salud y la enfermedad, bienvenido, bienvenida. Somos muchos los que ya dijimos “Sí, acepto”.    

PD *Si entre otros, la palabra “amilanar” te hizo ir a un diccionario, mantenlo a mano. En la comedia lo vas a necesitar.

ESCRITO POR SANDRA HUERTAS

Abrir chat
1
Scan the code
Hola 👋
¿En qué podemos ayudarte?